Alguna vez que recuerdo exactamente, en un safari fotográfico por el cerro Santo Domingo en Valparaíso, el maestro fotógrafo Carlos González me confió por primera vez en mi vida una cámara fotográfica (era una AE1 Canon) cargada con diapositivas color.
Recuerdo el momento con alegría y cercanía.
Le advertí que nada sabía de foto y que todo podría salir mal. Sin embargo González me auspició siempre el instinto fotográfico.
Con él aprendimos muchos diseñadores de la Universidad de Valparaíso en Chile, a disparar sin miedo, componer sin prejuicios y a revelar y ampliar como si el laboratorio fuese una droga.
Con mi amigo, el grabador y diseñador chileno Javier López (hoy en Valencia, España) exploramos hasta el límite las posibilidades de la foto en blanco y negro.
De esos días a hoy han pasado 20 años en que me transformé en un trasvesti de la foto al optar por el mero registro color digital.
No me arrepiento en absoluto esta travesía que es como dejar de escribir con lapicera fuente y hacerlo con lápiz pasta Bic.
Hoy he vuelto a la foto análoga blanco y negro que es mi origen y pasión gracias a un Taller que brinda el maestro Luis Poirot.
Ya he estado dos veces en Taller y una salida a las rocas de Zapallar.
No puedo dejar de escribir sobre esta oportunidad que vivo, porque por mucho tiempo mi cable a tierra fue la fotografía. Es a través de la foto que logro terminar sin complejos escenas que me representan y alegran. Apacigua mi atropellada existencia, me llena de alegría y me otorga la libertad que los encargos de Diseño no me dan.
La foto me alimenta estéticamente y hace que descubra el valor inconmensurable de la creación plástica sin ser yo un artista ni tampoco pretenderlo.
Luis Poirot antes que nada es un ser humano enorme, potente y cálido. Desde el primer momento sentí el
Taller como un raconto a mis tiempos de Escuela universitaria donde el Taller es el centro del estudio. Donde se comparte y escucha al Maestro que nos guía y ayuda.
Un Maestro que enseña el mundo, no la foto; que enseña la vida que vive plasmada en sus obras.
Mi fortuna me puso en el camino de este gran artista nacional que espero no desperdiciar.
Gracias Carlos (estés donde estés), gracias Luis.